Más que “dadores de clases”

Interesantes resultan las conclusiones de Antonio Pérez Esclarín en su ponencia: se buscan educadores. En ella se plantea la imperiosa necesidad de tener más educadores que sólo “dadores de clases”, partiendo por asumir firmemente la responsabilidad de ser formadores.

Cuando se habla de formar se trata de la enseñanza o instrucción transformadora, si no hay transformación entonces no se llevó el proceso de educar realmente. Al respecto se dice:

“La educación puede formar personas egoístas o solidarias, convertir a los alumnos en asesinos o santos, enseñar a ver a otros como rivales o como compañeros”.

Debemos entonces asumir el compromiso de ser más que “dadores de clases” como él menciona. Pero, ¿cómo asumir el compromiso? Un primer paso podríamos darlo con la Filosofía de la Educación, cuyo propósito radica en promover, incentivar y desarrollar teórica y prácticamente las bases de la Pedagogía, para así comprender los procesos de enseñanza-aprendizaje logrando así: “…mirar la educación como un hecho global, donde el maestro está en la obligación de crecer permanentemente para estar a la par de los desafíos planteados en un marco nacional y global. Su visión es de servicio a la humanidad, sin distinciones”, como sentencia Pérez Esclarín.

Además afirma que “el docente debe estar comprometido con el país y dispuesto a convertir las aulas en lugares de trabajo, participación, formación y producción”.

Hay una característica de la Pedagogía que nos habla del embellecimiento de la Educación, la cual busca precisamente despertar una emoción, y esto resulta evidente en las palabras de Pérez Esclarín cuando sentencia: “ser educador es algo más complejo, sublime e importante que enseñar matemáticas, biología, historia, lectoescritura, electricidad o inglés”, por ello hay que “buscar educadores que se consideren maestros de la humanidad, de valores, de una forma de ser y sentir”.

Por todo lo dicho, y apoyados por las preguntas filosóficas, debemos preguntarnos: ¿quién soy? Si la respuesta es: soy educador, entonces estaremos en el camino correcto, y tenemos que asumir el compromiso de ser: más que dadores de clases, como Pérez Esclarín intenta hacernos ver.

Waldylei Yépez

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