Las comunidades locales son las principales protagonistas cuando hablamos de patrimonio cultural inmaterial, no sólo porque éstas están conformadas por las cultoras y cultores que realizan cada una de las actividades propias de ese patrimonio, sino también porque son las encargadas de evaluar el valor de su propio patrimonio cultural inmaterial, y además son ellas las que solicitan al Estado iniciar el proceso de patrimonialización.
La patrimonialización se refiere al proceso de construcción patrimonial que permite a las comunidades presentar sus argumentos, y en ellos pueden definir cuál es su patrimonio, así como también su valor histórico, social y su vinculación con los territorios. La responsabilidad de reconocer, resguardar y realizar la declaración de patrimonio lo hace el Estado a través del organismo dispuesto para ello. En otras palabras, el proceso de patrimonialización se realiza en un trabajo conjunto que involucra a las comunidades locales y el Estado. Por ello podemos reiterar que las comunidades son las principales protagonistas cuando nos referimos al patrimonio cultural inmaterial.
Si hablamos de salvaguardia es importante recordar la definición propuesta por la Convención de 2003 para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, el cual en su artículo 2 se refiere a ésta como: “las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial, comprendidas la identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión -básicamente a través de la enseñanza formal y no formal- y revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos”.
Teniendo esta definición en cuenta, podríamos preguntarnos: ¿Dónde entra la labor de las comunidades locales en esto? Es muy sencillo, sin las comunidades locales no sería posible lograr la salvaguardia, pues son ellas las que pueden proveer la información necesaria para cumplir con las actividades, por ejemplo, de identificación y documentación, porque son ellas las legatarias de esas costumbres, de esas tradiciones y actividades heredadas de sus ancestros.
Esta idea queda aún más clara en los Principios Éticos para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, elaborados desde el espíritu de la Convención de 2003, cuando dice que son las comunidades locales las que desempeñan la función primordial de salvaguardia de su propio patrimonio cultural inmaterial, pero también añade que la salvaguardia es de interés general para la humanidad, por tanto, se debe llevar a cabo mediante cooperación entre partes bilaterales, regionales o internacionales.
Por otro lado, las principales beneficiarias del patrimonio cultural inmaterial serán las comunidades locales, a quienes se les debe reconocer el derecho intelectual de sus creaciones, y se debe proteger dichas creaciones de la apropiación indebida o falsificación por parte de terceros. Asimismo, es preciso escuchar las necesidades y preocupaciones planteadas por las comunidades, y así promover planes a través del Estado que permitan garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial. Son temas fundamentales garantizar el acceso a las materias primas, la visibilidad de las creaciones, y promover la enseñanza para la salvaguardia del patrimonio.
Ya con estos argumentos podemos concluir que las comunidades locales no sólo son las más idóneas para hablar acerca de su patrimonio cultural inmaterial, sino que también son una pieza fundamental para su salvaguardia, lo que incluye su documentación, preservación, promoción, valoración, transmisión, entre otras.
Waldylei Yépez
REFERENCIAS
UNESCO (2020). Textos Fundamentales de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Disponible en: https://ich.unesco.org/doc/src/2003_Convention_Basic_Texts-_2020_version-SP.pdf [Consultado: 1 de diciembre de 2022]
UNESCO (2015). Principios Éticos para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Disponible en: https://ich.unesco.org/doc/src/2003_Convention-Ethical_principles-ES.pdf [Consultado: 1 de diciembre de 2022]
